Narraciones especulativas: la invención de Reza Negarestani[1]

Por Érik Bordeleau[2]

Traducción de Andrés Abril[3]

Durante un largo tiempo, muchos de nosotros llegamos a creer que el filósofo de origen iraní Reza Negarestani, autor del monumental Ciclonopedia: complicidad con materiales anónimos (Materia Oscura, 2016, traducción de Hugo Castignani)[4], no era más que una ficción. En efecto, todo nos llevaba a creer que detrás de este misterioso autor —sin afiliación académica y que jamás aparecía en público— se ocultaba de hecho Nick Land, el chico malo —o más precisamente, cyberpunk— de la filosofía inglesa, quien se escabulliría de la escena académica hacia finales de los años 90 no sin antes haber transformado profundamente el imaginario del pensamiento especulativo contemporáneo. En adelante, Land causaría estragos desde Shanghái, desde donde haría proliferar por internet las inquietantes tesis del Dark Enlightenment, un movimiento neorreaccionario tecnofuturista y antidemocrático.

Ian Hamilton Grant, exestudiante de Nick Land y uno de los cuatro filósofos que participó en la conferencia fundadora del realismo especulativo en abril de 2007 en el Goldsmith College de Londres, resume de este modo el efecto Land, así como el carácter intrínsecamente experimental y corrosivo de su pensamiento: «En la última mitad del siglo XX, los académicos discurrían interminablemente sobre el afuera, pero ninguno se aventuró realmente allí. Land, en contraste ejemplar, hizo experimentos en lo desconocido»[5], y «arruinó a una generación de intelectuales destinados a la filosofía meramente académica al abrir una singularidad especulativa allí donde solía estar el futuro». La lista de sus antiguos estudiantes y colaboradores en el CCRU (la unidad de investigación en cultura cibernética) es impresionante, por decir lo menos: encontramos, entre otros, a Mark Fisher, teórico de la cultura y autor de Realismo capitalista: ¿no hay alternativa? (Caja Negra, 2016, traducción de Claudio Iglesias)[6]; los artistas visuales Jake y Dinos Chapman, que expusieron en la galería DHC en la primavera de 2014; Steve Goodman, alias Kode9, músico de la escena electrónica al frente del sello Hyperdub; y también los filósofos Ray Brassier (que estuvo presente en la conferencia de 2007), Robin Mackay, editor de Urbanomic al que pronto volveremos, y… Reza Negarestani.

¿Un ser ficticio?

En mayo de 2013 me encontraba en el centro de arte contemporáneo Witte de With de Rotterdam para participar en una conferencia sobre «Speculative Art Histories», organizada por Sjoerd van Tuinen. Entre los conferencistas invitados, nada menos que el elusivo filósofo iraní. Evidentemente, él no estaba entre nosotros. Durante la hora de la cena, antes de su presentación, las especulaciones abundaban. Se rumoreaba que vivía en alguna parte del Lejano Oriente, en Malasia, más precisamente. Pero ¿existía? Nadie parecía estar en condiciones de despejar la duda, mientras que los organizadores nos aseguraban que se conectaría por Skype. Yo llevaba algunos años interesado en su caso, por razones tanto literarias como filosóficas.

Ciclonopedia es una obra maestra de teoría-ficción que exacerba la máquina conceptual esquizoanalítica deleuzo-guattariana y orienta su cuerpo sin órganos en dirección de un delirio tanatrópico infernal, planetario y propiamente ex-orbitante. Esta ficción hiperparanoica se despliega sobre un fondo de horror yihadista posapocalíptico para presentar la explotación petrolera desde el punto de vista inmanente y «orientado a objetos» del petróleo. Pues, como en la novela Black Gondolier de Fritz Leiber (1964)[7], Ciclonopedia se articula alrededor de una hipótesis cuando menos problemática: ¿y si no fuimos nosotros los que descubrimos el petróleo, ese «cadáver negro del sol», sino que fue él quien ordenó subterráneamente su propia extracción?  Esta hipótesis petropolítica mundial —«la tierra en cuanto narrada por el petróleo»— opera un descentramiento radical de nuestras perspectivas humanas. Además, va acompañada de una crítica devastadora de la disposición virtuosa y liberal a ser más abiertos. En efecto, una de las exhibiciones conceptuales más importantes desplegadas por Negarestani consiste en introducir una distinción «esquizoestratégica» entre una forma de apertura denominada económica, calculadora y planificada y la «ética telúrica de la apertura radical», que requiere dejarse atravesar de lado a lado por las fuerzas del afuera. Negarestani presenta estas ideas por intermedio del doctor Hamid Parsani, cuyas investigaciones sobre «el enigma de la apertura» fueron compiladas en su libro Desfigurar la Persia antigua antes de que sucumbiera a una misteriosa ninfolepsia petromántica. Este es un fragmento de sus trabajos: «Ciertamente, la apertura no está hecha para la dinámica social o los modos de vida instrumentalizados de las sociedades liberales. La apertura es lo que pone patas arriba el cuerpo del mundo libre a través de la historia humana. […] La apertura nunca puede ser extraída del interior del sistema o por medio del simple deseo subjetivo o voluntario de abrirse. La apertura nunca se comunica mediante el liberalismo (por no hablar del “mundo libre”). […] La apertura viene del Afuera, y no a la inversa».

Teniendo en cuenta la gran proximidad de estas tesis con las desarrolladas por Nick Land, yo era más bien de la opinión de que Negarestani no existía como persona, y me preguntaba a qué tipo de performance nos íbamos a ver expuestos. Y de hecho, durante toda la conferencia, bastante larga y tediosa, hay que reconocerlo, no dejé de estar atento a los signos y contrasentidos que traicionarían el hecho de que no se trataba de un filósofo, sino de un actor haciendo de filósofo. Paranoia benigna pero persistente, atención devoradora en las inmediaciones de lo no discursivo que intensificó de manera casi cómica —esto solo se me aparece con total claridad hoy en día— el propósito central de la conferencia, repetido ad nauseam: para alimentarse, todo depredador debe volverse antes su propia presa —debe saber producir una imagen virtual del comportamiento del ser cuya captura desea—. El ejemplo privilegiado por Negarestani es el del rape, cuyo cuerpo está provisto de un apéndice que simula el alimento de su presa. Pero indudablemente, Diario de un seductor de Kierkegaard no es menos rico en instrucciones para capturar almas.

Algunos meses más tarde me encontraría una vez más por Skype con Negarestani, esta vez en Berlín, en una conferencia sobre aceleracionismo organizada por Armen Avanessian[8]. El contenido de la conferencia fue, a todos los efectos, incomprensible. Aun así, fue necesario que me rindiera a la evidencia: Negarestani, el hombre, existía efectivamente. Yo había sido entonces el juguete de una puesta en escena sofisticada, la presa de un dispositivo editorial muy estilizado que había sabido generar un entusiasmo mediático considerable y en el interior del cual el misterioso Negarestani había servido de carnada. Sin duda, aquí conviene decir algo más sobre la naturaleza de esta emboscada filosófica.

Hiperstición y teoría del geotrauma

Elaborados en el CCRU, los conceptos de hiperstición y geotrauma constituyen el marco teórico que permite dar cuenta tanto de la invención de Negarestani como del delirio cosmológico neooculto que él pone en funcionamiento. Las hipersticiones son instauraciones ficcionales que se insertan estratégicamente en las capas más profundas de la evolución social. Al combinar las palabras «hype» y «superstición», se relacionan con las dinámicas hegemónicas de las modas y las ideas en la arena de la cultura. Estos diagramas o sigilos mágicos funcionan como catalizadores de las denominadas creencias oculturales que operan en contacto directo con las posibilidades más extremas del tecnocapitalismo. Según Nick Land, «el capitalismo encarna las dinámicas hipersticionales a un grado de intensidad sin precedentes e insuperable, y transforma las “especulaciones” económicas en fuerzas histórico-mundiales efectivas»[9]. Por lo tanto, las hipersticiones son, para ser breve, ficciones o producciones semióticas estratégicas que se actualizan al insinuarse en los imaginarios según una epidemiología circunstanciada del concepto.

El misterio concertado alrededor de Negarestani tiene una firma hipersticional innegable, la del no menos enigmático Comité plutónico. El 11 de marzo de 2011 tuvo lugar en la New School de Nueva York el coloquio «Leper Creativity», consagrado enteramente a Ciclonopedia. Un día después, la casa editorial Urbanomic subía a YouTube un video titulado A Brief History of Geotrauma or: The Invention of Negarestani, que venía acompañado de la siguiente mención: «Informe del Comité plutónico sobre el razonamiento detrás de la introducción de un nuevo defensor de la teoría cósmica del geotrauma». También en marzo de 2011, y no es una coincidencia, la editorial Urbanomic publicó Fanged Noumena, una reedición de los escritos de Nick Land de 1987 a 2007. El video encadena imágenes de la formación de la corteza terrestre, de máquinas de imprenta y largos fragmentos de Vertigo de Hitchcock, un modelo de dramatización de la histeria, según Robin Mackay. Una voz robótica femenina explica que era preciso mantener oculto al agente hipersticional el mayor tiempo posible, para así aumentar su enigmático carisma hasta que la instauración (inception) tuviera éxito. Se nos dice que «el comité tomó riesgos» al multiplicar los «giros barrocos», hasta el punto de poner en escena «una cantidad ficticia que expusiera la teoría de su propia existencia hipersticional». Pero poco importa: «al final, nadie estaría tan loco como para creer que no era verdad».

La teoría del geotrauma se podría resumir en la siguiente pregunta: ¿por quién se toma la Tierra? Siguiendo el impulso brindado por Nick Land y la CCRU, la respuesta del Comité plutónico a esta pregunta se aparta de todo privilegio antropocéntrico y opera un descentramiento radical de la figura de lo humano, tal como ocurre en el realismo especulativo y el giro ontológico en las ciencias humanas. La teoría del geotrauma se inscribe en la intersección de la teoría freudiana del trauma, la economía solar de Georges Bataille y el esquizoanálisis deleuzo-guattariano, más particularmente, su vertiente «Geología de la moral». En este capítulo de Mil mesetas se le da la palabra al profesor Challenger, quien explica que «la Tierra —la Desterritorializada, la Glacial, la Molécula gigante— era un cuerpo sin órganos»[10]. La teoría del geotrauma sigue esta línea y sitúa el trauma en la estratificación misma de la realidad física. Pero indudablemente, esta descripción sigue siendo demasiado genérica y abstracta, en la medida en que no le hace justicia a las potencias de dramatización que el Comité plutónico pone en práctica. Como lo hemos visto brevemente con Ciclonopedia (se podría pensar asimismo en la manera en que Negarestani piensa una forma de insurrección de la Tierra contra el Sol), la dimensión ficcional y narrativa resulta crucial para producir «regresiones efectivas» o involuciones creadoras capaces de abarcar la «perecibilidad de la Tierra» en su condición posapocalíptica.

En «A Brief History of Geotrauma», su presentación en el simposio alrededor de Ciclonopedia —que retoma palabra por palabra el texto del video del Comité plutónico—, Robin Mackay le imprime un tono polémico a la inception de Negarestani, al tiempo que insiste en la centralidad de la apuesta narrativa: «Ahora lo saben. Todo esto no era más que un complot retorcido [twisted plot]. […] El chantaje del “realismo especulativo” ofrecía una oportunidad perfecta. Al capitalizar la idea en boga de que se podía sustraer el pensamiento teórico del imaginario humano, del relato y del sentido, hemos sido capaces de inyectar, a través de Negarestani, el elemento narrativo que constituye, por más paradójico que pueda parecer, una parte integral de este procedimiento. En efecto, la significación no puede deshacerse sin que se sigan las tramas que nos cuentan historias siempre nuevas sobre la tierra. No se trata de usar la ciencia o una nueva metafísica para erradicar tales historias, sino de construir una ciencia de las tramas reales, que es en lo que se convierte el Geotrauma —en las manos de Negarestani—»[11].

Esta manera de problematizar la apuesta enunciativa sobre un fondo (pos)apocalíptico se asemeja mucho a las consideraciones geohistóricas desarrolladas por Bruno Latour en un artículo relativamente reciente, «Agency in the Age of the Anthropocene»[12]. Por ende, se aparta sensiblemente de una tendencia pesimista, incluso nihilista, muy presente en los denominados medios realistas especulativos. Esta tendencia consiste en obtener un pequeño capital de denegación crítica sobre los hombros de lo humano demasiado humano, siguiendo en esto el camino más bien simplista de un antropocentrismo negativo o invertido.

Mackay, Negarestani y otros colaboradores de la revista Collapse siguieron avanzando en su exploración de las potencias de la puesta en trama y del complot geotraumático con la publicación de una obra titulada When Site Lost the Plot (Urbanomic, 2015), que reúne a varios artistas y pensadores. El título apela hábilmente al doble significado que en inglés se le confiere a la palabra «plot» (además de su sentido de complot o de trama, significa asimismo parcela o pedazo de tierra) a fin de examinar más a fondo las maneras de anudar lo local y lo global a partir del arte contextual (site-specific art) y la geofilosofía. Para terminar, cabe señalar que, después de haber coqueteado por un tiempo con el realismo especulativo y de haber multiplicado las incursiones en el dominio de lo oculto y lo místico, Negarestani se presenta ahora como un neorracionalista. Se interesa principalmente en la evolución de los sistemas modernos de conocimiento y en sus exigencias frente a las conductas humanas.

Hasta donde puedo juzgar, este vuelvo hacia las luces racionalistas no tuvo los efectos estilísticos esperados. La escritura de Negarestani sigue siendo nebulosa e impenetrable, atravesada por fulgores abductivos tan propicios para el trauma filosófico como para la desterritorialización cósmica. Depende.

[1] Traducción al español de «Narrations spéculatives: l’invention de Reza Negarestani», Spirale, 255, 2016, pp. 41-44.

[2] Investigador del SenseLab (Universidad Concordia, Montreal), planificador fugitivo de la Economic Space Agency (ECSA), profesor asociado del INRS (Montreal) e investigador afiliado del Centre for Arts, Business & Culture de la Stockholm School of Economics. Ha venido dictando una serie de seminarios en criptoeconomía crítica en la School of Disobedience del teatro Volksbühne (Berlín) y se encuentra desarrollando —con Saloranta & De Vylder— The Sphere, una plataforma comunitaria P2P para la autoorganización en las artes escénicas. Reside en Berlín y disfruta de vez en cuando del discreto encanto del precariado. Entre sus libros traducidos al español se encuentran ¿Cómo salvar lo común del comunismo? (Bellaterra, 2017) y Foucault anonimato (Cactus, 2018).

[3] Traductor, filósofo y antropólogo colombiano. Ha traducido al español los libros ¿Cómo salvar lo común del comunismo? (Bellaterra, 2017) de Érik Bordeleau; Foucault anonimato (Cactus, 2018), del mismo autor; y Potencias de la invención (Cactus, 2018) de Maurizio Lazzarato.

[4] Cyclonopedia: Complicity with Anonymous Materials, Melbourne, re.press, 2008.

[5] Robin Mackay, «El inhumanismo experimental de Nick Land», en Nick Land, Fanged Noumena, vol. 1, traducción de Ramiro Sanchiz, Barcelona, Holobionte, 2019, p. 12.

[6] Capitalist Realism: Is There No Alternative?, Winchester, Zer0 Books, 2009.

[7] Para más detalles sobre este tema, ver el análisis que hace Eugene Thacker en «Black Infinity; or, Oil Discovers Humans», en Ed Keller, Nicolas Masciandro y Eugene Thacker (eds.), Leper Creativity. Cyclonopedia Symposium, Brooklyn, Punctum Books, 2012, p. 173-180.

[8] Por lo demás, Avanessian ha colaborado con el realizador Cristopher Roth en un film titulado Hyperstition (2015), en el cual figuran Nick Land, Robin Mackay, Reza Negarestani y otros actores de la escena filosófica especulativa-aceleracionista contemporánea.

[9] Delphi Carstens, «Hyperstition: An Introduction».

[10] Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, traducción de José Vásquez Pérez, Valencia, Pre-Textos, 1988, p. 47.

[11] Robin Mackay, «A Brief History of Geotrauma», en Ed Keller, Nicola Masciandaro y Eugene Thacker (eds.), Leper Creativity. Cyclonopedia Symposium, Brooklyn, Punctum Books, 2012, pp. 1-37.

[12] Para mayores detalles sobre el tenor realista y especulativo de este enfoque narrativista desarrollado por Latour, remitirse a mi estudio «Bruno Latour and the Miraculous Present of Enunciation», en Anna Longo y Sarah de Sanctis (eds.), Breaking the Spell: Contemporary Realism under Discussion, Mimesis International, 2015, pp. 159-171.

MARISA ARRIBAS